Parrandeando en el Ágora de los DDHH
Jueves 29 de Diciembre de 2011 16:45Por José Francisco Fernández Belda: En el Paraninfo de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y como colofón de los actos del Ágora de los Derechos Humanos que habían arrancado el día 1, actuó la Parranda Universitaria el pasado día 21 de diciembre.
Los miembros de la Parranda preparan y afinan sus instrumentos, calientan las gargantas y hacen los ajustes de sonido finales para que todo salga a pedir de boca, nunca mejor dicha la expresión tratándose de un grupo donde el canto es esencial. Unos están serios, otros sonríen, pero todos se concentran, cada uno a su propia manera, para ofrecer dignamente lo mil veces ensayado al público que ya espera a las puertas del Paraninfo de la ULPGC.
El concierto se inició con la lectura de una especie de declaración de principios, que con el nombre de “Creando conciencia”, leyó el miembro de la Parranda Roberto Almeida Barrera, que con sus 15 añitos ha demostrado con creces estar a la altura de los grandes tocadores de púa, augurando con esa cantera un prometedor futuro al grupo. Por su indudable interés y por lo que pretende representar, se transcribe a continuación el texto leído:
Creando conciencia. Bajo este título nos presentamos porque creemos en un mundo distinto, donde las palabras Respeto, Igualdad, Responsabilidad y Justicia conformen una única bandera donde todos los ciudadanos del mundo se sientan identificados.
Esa es la intención y la ilusión de este grupo de amigas y amigos, que conformamos La Parranda Universitaria de la ULPGC. A través de nuestras canciones, escritas y compuestas desde el máximo respeto y absoluta sensibilidad, deseamos despertar esa conciencia que nos hará verdaderamente libres.
Hoy les ofrecemos un repertorio variado, donde conviven ritmos de los tres continentes que influyen nuestra música popular, África, América y Europa. Un repertorio donde se abrazan, de forma fraternal, nuestras propuestas con las creaciones de otros autores. Canciones donde revindicamos los derechos de los individuos con atención a los niños, el derecho a vivir en pareja, vivir en paz, etc. Estos derechos se revindican en temas de nuestro repertorio como, Alas rotas, Miradas, Siroco del Este, Conciencia Social o Folias a Lolita Pluma, personajes grancanario, donde se conjugaban libertad, decadencia y humanidad.
Nos gustaría dedicar el concierto de esta noche a Javier Fernández Quesada. Joven grancanario, universitario, estudiante de biología en la Universidad de la Laguna, una victima más que la transición política de España escribió en su historia.
Deseamos leerles un trocito de texto, extraído de un artículo de Don Juan Francisco Santana Domínguez.
La Universidad, cualquiera de ellas, es el símbolo de la cultura, de la igualdad, de la libertad, de la posibilidad, aquella que Javier ansiaba, que tan duramente nos presentaba él mismo:
“Deseando estoy de ver llegar el momento en el que mi imagen se haga pedazos irremediablemente, el momento en que me trasforme en mi asesino, para acabar con lo que he sido y comenzar a ser andando por los caminos de la posibilidad, por los caminos de un porvenir libres”.
Las balas murieron, se acallaron, se avergonzaron ante el coraje y el impulso de Javier, que con su entusiasmo, quiso defender en lo que creía. Las victimas de la violencia y de la opresión se convierten en ciudadanos inmortales, en ganadores de por vida.
Muchas gracias.
Uno a uno, verso a verso dijo Antonio Machado, fueron desgranando las canciones del repertorio que habían preparado. Muchos de sus temas tienen letra y música propia, o son adaptaciones de aires del folclore popular, con un mensaje actual que llama la atención al escucharlas. El público asistente no paró de aplaudir al término del concierto y la Parranda Universitaria tuvo la gentileza de ofrecer como propina una pegadiza canción típica canaria, muy conocida por todos, por lo que todos se arrancaron a acompañarla con palmas y cantando el estribillo: “Caracol, caracol, caracol, todo aquel que quiera a una mujer ¡que baile el caracol!”. Si Néstor Álamo hubiera estado allí, habría aplaudido con entusiasmo y el público hubiera abandonado la sala tatareando su “Caminito de Teror” que a él tanto le gustaba.